Leer entre lineas

(...) Una vez que se concibe al significado, con dimensiones tanto epistémicamente objetivas, como con aspectos ontológicamente subjetivos, se diluyen las confusiones con respecto a la posibilidad de su estudio, así como los errores categoriales de colapsar diferentes niveles de explicación un uno solo, a través de la reducción de un nivel a otro; como la reducción de la semántica a la síntesis en el programa de Chomsky; así como se puede evitar la ontologización de las explicaciones. En este sentido, no se requiere de un LAD que sea específicamente una maquina de estados finitos, ni un sujeto trascendental que ‘le susurre al oído’ a la primera persona como se habla y como se siente. Basta con la primera persona, con el sujeto concreto, con la persona como ud. y cómo yo para sostener los niveles de explicación relevantes: dimensiones corporales que sostendrán el aparato neurológico que exhibe las propiedades psicológicos, así como el sujeto que se hace responsable de ellas.

La adecuada pragmatización y semiotización del lenguaje permite eliminar la dicotomía sobre el lenguaje y el conocimiento entre lo interno y lo externo, lo objetivo y lo subjetivo. El lenguaje es usualmente o pensado en términos colectivos, como en la lingüística estructuralista, o exclusivamente individual como en el programa generativo de Chomsky; sin embargo el signo en el que se presenta el lenguaje es social, y esto es cierto tanto para el signo interno como para el ‘externo’ (Voloshinov, 1929/1992).

Finalmente, para hacer ciencia en psicología no se requiere de la eliminación del sujeto, ni su fijación en niveles metafísicos como el sujeto trascendental que ‘subyacería’ al fenómeno psíquico. Basta con abordar adecuadamente las dimensiones epistémicamente objetivas que exhibe el fenómeno complejo de la persona; y en el caso particular del estudio del lenguaje, de la persona que habla, piensa y entiende.